Por Sergio Cazadero para Movimiento Viva México
Ser autónomos los ayudará a convertirse en personas responsables sobre sus actos y decisiones. Debemos ser menos sobreprotectores con nuestros niños para fomentar su autonomía.
“Educar” significa hacer brotar lo que ya existe. Como educadores, estamos llamados a colaborar con los demás (hijos, alumnos, jóvenes) para que crezcan ante los retos que la vida les presenta y ayudarles a convertir en oportunidades los obstáculos.
Pero, ¿Cómo educar hoy?
“Educar hoy es diferente” es el título de un libro de Gerardo del Castillo, que nos muestra un panorama donde cada vez vemos a más padres de familia confundidos, bloqueados, con una gran desconfianza para ejercer su autoridad. En muchas ocasiones se sienten obligados a decir SÍ ante la incansable insistencia de los hijos para obtener algo, para salirse con la suya.
Todo esto ha polarizado la acción educativa. Por un lado, encontramos padres sobreprotectores que piensan que, a mayor cantidad de cuidados, mayor es el afecto que entregan; incluso han llegado a pensar que pueden ir barriendo la banqueta de la vida de sus hijos, cuidándolos a tal extremo que no les permiten que experimenten ni siquiera las consecuencias de una decisión. Y por otro lado, padres permisivos que creen que pueden traumarlos si llegan a establecer algún límite o se atreven a pronunciar la palabra NO.
Esto ha sido un gran error, el exceso de preocupación o falta de límites lo único que causa es dificultar a los hijos el desarrollo sano de su personalidad. Es claro que los padres están enfrentando muchas dificultades para ejercer su autoridad o hacerlo de forma inadecuada.
La autoridad educativa es una fuerza que sirve como influencia positiva, que sostiene y acrecienta la autonomía y la responsabilidad de los hijos. El verdadero ejercicio de la autoridad como servicio consiste en dirigir su participación en la vida familiar, en hacerlos las personas que pueden llegar a ser, en desarrollar la capacidad de responder y actuar sobre lo que debe hacer, en otras palabras, un servicio de ayuda a los demás.
La disciplina positiva es un método desarrollado por Jane Nelsen para enseñar a los padres de familia a construir una relación con sus hijos que les ayude a desarrollarse de forma positiva y llegar a ser una persona autónoma y segura de sí misma. El objetivo es educarlos para que tengan una buena autoestima y confianza en sus propias capacidades, que les permita actuar de forma libre y responsable.
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Te comparto 5 claves para impartir una disciplina positiva y lograr hijos autónomos y responsables.
- Firmeza, pero con amabilidad. Se dice que tenemos que aprender a ser “dulcemente firmes”. a exigir con cariño. Disciplina significa constancia y superación; esto facilita en la otra persona desarrollar confianza en sus habilidades y crecer en autocontrol. La disciplina no se consigue a base de castigos o gritos, se construye con paciencia, constancia y orden, siempre de forma amable y respetuosa.
- Sentido de pertenencia. Quien no participa, no se integra. La participación de los hijos dentro de la dinámica familiar, con encargos, pequeñas responsabilidades, les ayuda a sentirse valiosos y aceptados dentro de la familia. Por lo tanto, cuando se le ignora o agrede, se siente desvalorizado y pierde el sentido de pertenencia, generando un efecto muy negativo en su confianza y autoestima.
- Educar a largo plazo. No vale la pena estar apagando pequeños incendios, muchas veces nos desgastamos en solo aplicar castigos para terminar con una conducta momentánea de berrinche o enfado. Esto es poco eficiente para una educación a largo plazo, ya que no soluciona de fondo el problema. Los principios de la disciplina positiva basados en el respeto, la disciplina y el afecto son mucho más eficaces, no solo para ayudar a los niños a que respeten las normas, sino también para desarrollar valores positivos como la seguridad y confianza.
- Valores para la vida. Cuándo solo utilizamos el castigo cómo medio para educar, lo único que logramos es enseñar que la fuerza es más importante que la razón y que podemos hacer daño a los demás para conseguir lo que queremos. La educación en positivo fomenta los valores y ayuda a desarrollar las virtudes humanas como el respeto, la generosidad, la empatía entre muchos otros, que les servirán para la resolución de problemas, además una comunicación afectiva y efectiva y el sentido de cooperación en todos los ámbitos en los que se desenvuelvan.
- Confianza en sus capacidades. Una de las grandes tareas del ser humano es resolver problemas, y esto lo hace feliz. Y el gran problema que tiene es qué hacer con su propia vida. Por tal motivo, desarrollar sus capacidades y ayudarlo a alcanzar su autonomía en todas sus dimensiones, sí es una gran tarea a desarrollar. Cuando solo regañamos, gritamos o amenazamos inhibimos el deseo en la otra persona de expresar su forma de ser. Al ser educado con disciplina, límites, orden, paciencia y mucho amor, le ayudamos a ir educando su carácter y desarrollar todas sus aptitudes para construir su propio proyecto biográfico de forma plena.
Los principios de la disciplina positiva son de sentido común si quieres educar niños seguros de sí mismos, autónomos y, sobre todo, que se sientan bien consigo mismos.
¡Recuerda! PADRES FIRMES, HIJOS SEGUROS.
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